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Mostrando las entradas de agosto, 2021

Jordan Alexis: la inservible justicia mexiquense

  Marco Antonio Rodríguez/ El último mensaje lo recibió Tito a las 12:08 del 18 de junio. Las calles apenas preparaban su concierto acostumbrado de cláxones y barahúnda bajo el cielo testigo que las recubría con su manto de niebla, cuando el celular se iluminó con un mensaje de texto. Para sorpresa de Tito, era Jordan. Le decía estar incierto de su destino. Dejaba claro, en esas pocas palabras, que ignoraba si se dirigía “a la mansión o al paraíso”. Soñoliento, Tito no advirtió entonces la gravedad del recado; los años acumulados de noviazgo le hacían suponer que estaba bien y era otra de sus gastadas bromas a causa del efecto que produce el alcohol en la sangre y además porque horas antes habían conversado a través de una videollamada en la que por cierto Jordan le presentó a Julio César Agustín Mayén, una policía amiga de este último y algunos más a los que, tan pronto vio aparecer en la pantalla del dispositivo, borró de sus recuerdos. O quizás fue el volumen alto de la música que d

La clave está en el fuego

  José Enrique Rojas González/ Los presagios vinieron del norte junto con las nubes que como una fuerza intempestiva arribaron con el frío, como las manchas que nublan la viseras de tus gafas tornasol, las que te permiten ver la trascendencia de las cosas.  El traqueteo de las hojas golpeó tu ventana, el verano se hizo gris y el cielo empezó a llorar. Un llanto liviano, profundo, helado, paupérrimo; como tu corazón que cubres bajo una coraza de oscuros pensamientos y miradas evasivas. Poco a poco, la negrura se esparció por el firmamento y, tumbado boca arriba, abriste los ojos. Tu mirada perforó el techo, y se dirigió hacia los confines del Universo que, en ese preciso momento, era el pasado que te hizo ser lo que ahora eres. Ahí, tendido, has clamado por tu esencia. Ausente, lejano, olvidado, huido de los cláxones de coches en la calle; de las voces mestizas hijas de Cortés y Cuauhtémoc, que claman como perros en la acera una identidad. El tiempo se detuvo, como tu corazón, y el vómi

Reminiscencias

Marco Antonio Rodríguez Soto/ Apenas había salido de su casa cuando supo que algo no estaba bien, pues las formas que lo rodeaban perdían la solidez de siempre. Conocía el camino y sin embargo no distinguir los objetos complicaba su andar. Sus pasos se volvieron pesados, como si de súbito hubiera entrado en un singular estado de inanición, pues el concreto se fundía volviéndose lodo para hundir sus pies en aquella masa terrosa. * Desplazarse era una tarea compleja e incierta. Los colores y formas estaban ahí, aunque cada vez más difusos. A su mente le vinieron imágenes de aquellas ficciones en las cuales algunos mutaban en lobos apenas aparecía la luna, y recordó la historia del hombre vuelto insecto tras despertarse, como si las pesadillas nocturnas que hubiera soñado cobraran forma de alerones afianzados en la espalda y de antenas por encima de la cabeza. Afortunadamente seguía caminando, aunque cada vez con mayor dificultad, a pesar de que las piernas no eran el principal problema.